27 dic 2010

Instrucciones para volver a casa por navidad y no morir en el intento

-O más bien, diario de una vuelta a casa sin morir en el intento-.

Te piden que estés dos horas antes en el aeropuerto para coger un vuelo de 2 horas y media.
Lo haces.
Te hacen esperar 2 horas extra de retraso de la salida del vuelo por "llegada tardía del avión".
Lo haces.
Te dicen que el vuelo durará 30 min más de lo habitual, es decir, 3 horas, por "tener el viento en contra" (no hacen falta muchas luces para saber que lo llevábamos teniendo en contra un buen rato).
A mitad de vuelo te informan de que la llegada en destino se efectuará por otro aeropuerto.
A una hora y media de tu casa.
Y a ti ya te estarán esperando en el aeropuerto al que en teoría ibas a llegar.
Te ponen un autobús a tu llegada para que te deje en el aeropuerto al que deberías haber llegado. Y se creen que ya está todo solucionado.
Y es navidad. Y tienes fiebre. Y en lugar de a las 22 horas, te abren la puerta de casa a las 2 a.m. Aunque para ti ya son las 3 a.m.
Y ni siquiera restarle una hora al reloj te reconforta. Como otras veces.
Y en lo único que puedes pensar es en que con el tiempo extra que te han robado podrías haber venido dos veces. Y tener tiempo de sobra aún para emplearlo/reciclarlo, estirarlo o estrujarlo a tu antojo.
Pero tu único antojo ya es sentir el tacto de tus sábanas. Y el abrazo más esperado del año.

13 dic 2010

(i)Lógicamente desbocadas

A veces me pregunto qué pasó con mi antigua vara de medir distancias. Cuando los centímetros podían ser kilómetros, y viceversa. Cuando los aviones eran prescindibles. Teniendo alas, ¿quién necesita medio de transporte alternativo? El tan temido sedentarismo del que se habla a diestro y siniestro algo habrá tenido que ver con el millón de años que hace que no levanto el vuelo. Con el millón de años luz que salvan ahora pequeñas distancias. Es curioso.
Sobre todo esa capacidad tan mágica que me atajaba las ansias.
Y la de mis ansias, por su parte, (ilógicamente) desbocadas.

9 dic 2010

Otra persona

Hace unas horas, bajaba las escaleras en modo autómata dispuesta a pasar al siguiente punto de mi, por momentos tediosa rutina diaria, cuando de repente, alguien me pregunta si soy otra persona; y yo dudo.
Dudo profundamente.
Quizás lo hiciera porque ese era el nombre que mi padre pensó alguna vez ponerme. Aunque al final no me lo puso. Tal vez alguna parte de mi cerebro tiene tanto de ese nombre que estuve a punto de responderle con un rotundo 'sí´.
Debí hacerlo, a ver qué pasaba después.Negrita

Esto es Absolutamente Genial.

Extracto de la película "El lado oscuro del corazón"

No te salves, Mario Benedetti