27 jun 2011

¿Aún no lo entiendes?

"Si no saben volar, pierden el tiempo conmigo"
El lado oscuro del corazón

[De pasión va el tema]

Me gusta cómo suena la ropa al caer al suelo, el sonido que hace por la fuerza de la caída, sólo a veces. Me gusta el frío de las sábanas en verano y en invierno. Sentir que tengo los días justos y que me quede siempre algo pendiente, para la próxima. Volver. Y revolverlo todo, revolver(me). Volar sin control, sin tiempo. Sin instrucciones previas. El crujir de la madera del suelo bajo mis pies, en verano, en Madrid. Preguntarme qué pasaría si llegara a más alguna vez y se terminara rompiendo. Si saltaría a tiempo o preferiría explorar qué hay debajo. Que el corazón vaya a mil por segundo. Emocionarme sola con pequeñeces. Reasignarle tamaños a todo. Y deshacerlo. Volver a empezar. Aprender desaprendiendo lo que haga falta.

Tirarme sin más. Extender el listado de cosas por hacer y que ya no me quepan más e irle pegando trocitos extra de papel, para seguir añadiendo, con tinta y tippex a mano... Bailar sin ensayarlo, sin saber, hasta sin música. Que me canten cerca, sabiendo y sin saber... Reír por nada. Sin parar, sin que me paren. Las señales de Stop y los frenos no me caben. Sé ceder el paso, pero no pidas más.

Me gusta no hacer nada los domingos por ejemplo, un día a la semana. No pensar, no tener prisa, no madrugar. Dormir cada noche como si llevara un año sin poder hacerlo. Y sonreír cada mañana sin razones. Levantarle un poco la falda a la luna con algún cómplice. Ir descalza. El chocolate. El tiempo sin tiempo. Sentirte como si te sintiera. Correr las cortinas y descorrerlas. Mil veces. Dejar que la luz haga y deshaga lo que quiera con el espacio, con nosotros. Salir desnuda al balcón. Correr sin saber a dónde. Que me lleven...

Los baños calientes, que la espuma me esconda las orejas. Soñar despierta. Morder cosas sin darme cuenta. Querer sin medida. Todo sin medida - no las tengo. No venían en mi pack de bienvenida... Y no he querido comprarlas, no me culpes, - desde las cosas menos pensadas hasta las más obvias... Escuchar mil y una vez esa canción, sin cansarme.

Perder los papeles y hacerlos perder - con o sin excusas-. Jugar, apostarme miradas. Pagarlas. Encontrar cosas sin premeditación, pensar una sola vez, la segunda (siempre) me sobra...

¿Y aún no lo entiendes?

25 jun 2011

22 jun 2011

Cada dos por tres

Siempre y nunca se reencuentran en a lo mejor. Éste es al menos el titular en todas partes. Los medios de comunicación lo reproducen en todas sus formas e idiomas. Sin reparar en que la vuelta de la esquina se ha autoexiliado de este mundo. Ha decidido que ya está bien de ponerlo tan fácil, tal y como están las cosas. Así que las esquinas se arruinan y exasperan de esperar a que alguien se atreva a intentar doblarlas. Y es que la gente ha dejado de creer...

Los ni de broma se disfrazan de quizás y se ríen de todos los que, sin saberlo, asienten y se sientan a ver si sucede en algún momento... Junto con el futuro, que ya no puede más, le duele tanto la tripa de reír que sus carcajadas se han vuelto mudas, por todos esos que viven para él; mientras que el presente insiste en pagar campañas de publicidad a todo el que se las oferte y si no, las busca, para lavar su imagen y conseguir notoriedad. Vive aterrado. Porque la gente finalmente lo obligue a mudarse al Olvido. Y eso está tan lejos que ni sabría cómo llegar... Y mucho menos volver.

El sur se ha mudado al norte para despistar, sin previo aviso, huyendo del norte y éste, por su parte, infiltrado y todo, ni se ha percatado. Está demasiado concentrado en sí mismo como para darse cuenta.

Las islas se han presentado en el centro de sus penínsulas más cercanas sin documento de identidad, con algunos cambios en su aspecto, aunque el mar las delata con su presencia, eso sí, con la mejor de las intenciones.

Los helados derriten inviernos con su sol veraniego y las primaveras ya no se cuentan, se han rebelado contra el paralelismo, con los años, socialmente aceptado. Ellas no envejecen por lo que les resulta engañoso y han interpuesto una demanda contra la manía de la gente de inventarse cosas.
Las mentiras, en su momento cumbre señalan a las verdades de reojo y las imitan con tanta fidelidad que ya nadie se cree nada...

La música hace minutos de silencio cada dos por tres, cansada de ser el eco de las vidas, emociones y sentimientos de tantos, ella prefiere ser anónima, y que nadie se la apropie.
Es una fanática de la libertad...

Mientras el albornoz ha dejado el baño y se ha sentado en el sofá.
Sin mi.

14 jun 2011

(Des)conocida

Esta mañana, al presionar el modo ON me ha dado por formatear(me). Algo muy sano y que sale muy a cuenta de cuando en cuando. Pero lo menos que me esperaba antes de iniciar el proceso era no encontrarme. Sí, sí. El dichoso mensaje de "El sistema no encuentra el dispositivo" repetido hasta la saciedad, hasta la última esquina de mi pantalla, hasta la última consecuencia. Mensaje sobre mensaje. Y entonces ese pensamiento de si habré perdido el sur definitivamente. O si sencillamente me había perdido del todo en alguna espiral de esas recurrentes...

La cuestión es que en mi estupor, y la sensación más intensa que había experimentado nunca, de no dar crédito a lo que veía... O más bien, por el hecho de no ver(me), no paraban de aparecer preguntas.

¿Entonces el espejo miente? ¿O soy yo la que creo verme por simple rutina?
Si no me reconozco ni a mi misma, ¿cómo conocer a nadie más?

Si un día te despiertas con mil preguntas en perchas sobre la almohada y con un montón de rayas en lugar de imágenes o letras. Codificada. Con nudos que se extienden hasta los dedos de los pies... ¿Qué hacer? Desenredar algunos embrollos nos podría llevar una vida, o dos... Y dicen que a veces es mejor no tirar de la cuerda.

Llevo todo el día con la mano puesta justo en la intersección de los límites de las fibras de esa cuerda. Pero no tengo fuerza suficiente para un golpe seco y certero. Que desenredara algo o, sencillamente, arramblara con lo que encuentre a su paso.

He decidido volverme a auto-presentar, a ver qué pasa.

11 jun 2011

Mi primera despedida

Irte es decisión tuya. Y sí, es mi última palabra. Pero te adelanto que no tengo ni la más mínima intención de despedirme. Lo sabes.
Sabes lo mal que se me da abrazar, besar y mover la mano hacia ambos lados. Sabes que me duele la voz cuando pronuncio esa palabra. Sabes que estoy para todo menos para decirla. Para decír(te)la
Y te vas. Vaya que sí te vas.
Aunque esta vez sin aviones, trenes ni coches. Sin maletas ni equipaje de mano. Sin cajas. Sin carpetas en fila. Sin ropa por doquier...
Esta vez sigues aquí. Sin estar.
Y me quedo cual estatua de sal, atónita. Porque has conseguido presenciar, y que presencie, mi primera despedida.
Estarás contento.

6 jun 2011

El charco que quería ser piscina

El charco de mi ventana esta noche se ha empeñado en ser piscina. Y la lluvia no cesa en su intento por concederle ese capricho... La cuestión es que no sé si guardar mis botas de agua y sacar el biquini o esperar a ver si lo consigue.

No tengo demasiadas esperanzas, todo sea dicho. Y no es que no crea en el charco y en su capacidad de convicción. Pero la lluvia me despista. La luna se me pierde por entre la cortina y los edificios, que están por todas partes. El ruido de mi ventana empieza a ser rítmico y roza lo musical.

Y estudiar se vuelve aún más complicado. Porque las distracciones siempre fueron lo mío. De repente, bajo la guardia (o la subo, no lo tengo muy claro), y se me empiezan a ocurrir las mejores ideas del día, pero claro, nada tienen que ver con las estrategias de mercado, ni con lasegmentación. Mis apuntes se me colapsan entre las líneas de las listas de cosas en cola que se me pasan por la cabeza, y entre el sueño y la lluvia se me empapa la cornisa de mis pestañas, me nubla la vista. Y la arena del reloj cambia de bando. Y yo con ella, como si me llevara por la fuerza. O tal vez es que no opongo resistencia. Lo único que quiero es que me arrastre hasta el otro lado y me abandone a mi suerte entre las olas, que seguro que están en algún compartimento secreto del viejo reloj. Estoy convencida.

Y en mi lucha por dar con el punto de inflexión entre lo que quiero pensar y lo que tengo que, vuelvo de un plumazo -nunca mejor dicho- a la realidad, al guiño de la lluvia por la ventana, al vaho con mensaje del charco, a la sensación del agua sobre mis pies y subiendo, a la piscina en el salón, a los litros de agua que me rodean...

Lo único en lo que puedo pensar es en mi biquini perdido en el armario y en lo poco que me gusta el color de mis botas de agua.

Esto es Absolutamente Genial.

Extracto de la película "El lado oscuro del corazón"

No te salves, Mario Benedetti