Todo ha cambiado tanto desde que yo no estoy... que se me hace difícil recordar el primer porqué.
El caso es que ahora ya todo es Noviembre, y eso sí que permanece- y menos mal- dura y se estira en el tiempo. En el mío. Mi calendario de hojas caídas. Da igual el resto. Como que las hojas caigan y justo tú pases debajo del día en cuestión y una de ellas haga estremecer a tu ojo izquierdo, que se regaña independiente de tu cerebro. Me da tanto igual como que las gotas renieguen de mi piel y hasta de mi jersey cuando lo retuerzo al entrar a casa literalmente empapada y con la respiración entrecortada por correr, bailar y hasta gritar bajo la lluvia. Bajo tu lluvia. Tú, mientras tanto te tomas ese té bajo la lámpara, libro en mano. Me miras y dices tantas cosas sin abrir la boca que me ruborizo de ilusión. Bajo el prisma de una noche paralela. Un día prometido y un niño que mira perplejo, sentado en la acera. Recubierta, ajena a todo lo que la rodea, de lagunas inertes, de aquello que los egoístas no dejaron florecer. Y lo que sí lo hizo.
Todo se ha vuelto tan grande que ya no veo nada. Los años pasan por todos.
Aunque no consuele pensarlo. Saberte a mi lado sí que reconforta.
Tener a alguien especial a tu lado siempre ayuda en el proceso de hacerse mayor. Muy cierto :)
ResponderEliminarTienes mucha razón en lo que me has escrito en tu comentario, todo tiene que ver con la inseguridad, que qué mala es, ¿verdad? Gracias x el comentario!
Un beso!