Se le gastaron las palabras.
El resto del mes por delante
para enmudecer de pena
ante la impasible mirada de las conversaciones que,
a su paso,
le intentaban seducir.
Las manos repletas de cosas que
llegaban directas
a otro lugar
diferente al habitual.
Escuchar cómo
algunas de ellas
se iban por dónde
habían venido
le estremecía el oído izquierdo.
El próximo mes se organizaría mejor
se decía.
Como cada mes.
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