No sé si el destino viste de etiqueta o si le va más lo casual, el caso es que he oído hablar tanto de él, que mis ansias por suponer cosas van en aumento. No dejo de imaginar que quizás lleve gafas de pasta y tenga mirada interesante. No dejan de pasarme clichés por la cabeza. Tal vez sólo sean elucubraciones mías. O no.
Quizás sea porque las fantasías solían traerme siempre primaveras envueltas en abrigos para mientras-tanto. La verdad es que prefiero ponerme gafas de sol y no mirar mucho en mi directorio de causas perdidas, por si me vuelve a enganchar alguna... Como dijo un grande: "Yo sólo sé que no sé nada" -y yo añadiría- de momento.
Nunca me gustaron las prisas con aspecto de aeropuertos helados, y sin embargo, sueño con reencontrarme con ellas. Detestaba las sorpresas pero cada vez me gustan más. No podía ni oler la incertidumbre de no saber con certeza nada, y ahora vivo con esa palabra asomada a mi ventana constantemente. Sobreviviendo a la convivencia -también de momento-.
El caso es que no pierdo las ganas de volar. Eso nunca. A pesar de que me duele cuando hago el gesto de mover mis alas, entumecidas, por la falta total de contacto con las primeras personas de mi vida, por lo lejos que me pilla el mar.
La positividad la venden en frascos pequeños, ya he preguntado y sólo me han dado una porción pequeña.
Que el moreno destiñe y los efectos post-torta-con-la-realidad no son fortuitos. Las cosas pasan por algo y el tiempo pone todo en su sitio, aunque suene a tópico, es tal cual.
Así que -de momento- me sentaré cómodamente a ver cómo sucede... Palomitas y coca-cola en mano, a poder ser.
:)
Me ha gustado eso de esperar a ver qué sucede con palomitas y Coca Cola en mano; te tomo la palabra!!
ResponderEliminarHe descubierto tu blog de casualidad y me ha gustado. ¡Me seguiré pasando!
Un saludo