Terminar por el final tampoco era lo que acostumbraba. Nunca ponía el último punto al último renglón, con la firme expectativa de que, en algún momento, por sí mismo, se doblara y (des)doblara, de forma tal, que le diera la vuelta a la historia.
Como si ese espacio último, carente de punto, fuera el correlato esencial de la primera letra del principio.
De principios, finales y problemas con los puntos varios.
Como si ese espacio último, carente de punto, fuera el correlato esencial de la primera letra del principio.
ResponderEliminarSuena genial.
Es curioso cómo suena distinto arriba, en mi post, y abajo, en tu comentario :)
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