6 jun 2011

El charco que quería ser piscina

El charco de mi ventana esta noche se ha empeñado en ser piscina. Y la lluvia no cesa en su intento por concederle ese capricho... La cuestión es que no sé si guardar mis botas de agua y sacar el biquini o esperar a ver si lo consigue.

No tengo demasiadas esperanzas, todo sea dicho. Y no es que no crea en el charco y en su capacidad de convicción. Pero la lluvia me despista. La luna se me pierde por entre la cortina y los edificios, que están por todas partes. El ruido de mi ventana empieza a ser rítmico y roza lo musical.

Y estudiar se vuelve aún más complicado. Porque las distracciones siempre fueron lo mío. De repente, bajo la guardia (o la subo, no lo tengo muy claro), y se me empiezan a ocurrir las mejores ideas del día, pero claro, nada tienen que ver con las estrategias de mercado, ni con lasegmentación. Mis apuntes se me colapsan entre las líneas de las listas de cosas en cola que se me pasan por la cabeza, y entre el sueño y la lluvia se me empapa la cornisa de mis pestañas, me nubla la vista. Y la arena del reloj cambia de bando. Y yo con ella, como si me llevara por la fuerza. O tal vez es que no opongo resistencia. Lo único que quiero es que me arrastre hasta el otro lado y me abandone a mi suerte entre las olas, que seguro que están en algún compartimento secreto del viejo reloj. Estoy convencida.

Y en mi lucha por dar con el punto de inflexión entre lo que quiero pensar y lo que tengo que, vuelvo de un plumazo -nunca mejor dicho- a la realidad, al guiño de la lluvia por la ventana, al vaho con mensaje del charco, a la sensación del agua sobre mis pies y subiendo, a la piscina en el salón, a los litros de agua que me rodean...

Lo único en lo que puedo pensar es en mi biquini perdido en el armario y en lo poco que me gusta el color de mis botas de agua.

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Esto es Absolutamente Genial.

Extracto de la película "El lado oscuro del corazón"

No te salves, Mario Benedetti