3 ago 2011

En los bolsos de las chicas nunca se encuentra nada

Rasgando sin querer, rasgué hasta el final el trocito de papel de fumar y no pudiste dar ni la primera calada. Y sin embargo, aquel sabor a tabaco era tan intenso que hasta lo pude sentir yo a lo largo y ancho de la boca. Del cielo sin estrellas de aquella ciudad con mar y viento. Era tan fuerte que pude sentirla dentro tan fuerte que no sabía distinguir ya espacio ni tiempo. Se me perdió por dentro la barrera que lo separaba todo, la geografía del colegio estaba tan escondida que no era capaz siquiera de trazar un boceto del que partir... Ni hacía falta. Necesitaba vivirlo así. Todo, que saliera sin salir, que me miraras, que me dijeras lo dicho sin decir.

Me perdí y encontré el mismo día, en tiempo récord, en aquella ciudad sin nombre tan cerca del mar que ni recuerdo hasta dónde me empapaba la piel. Y el pelo. Estaba tan sumergida que el sol no me llegaba. La luna sin embargo siempre fue más lista y elegía estrategias mejor estudiadas. Me bañé de lunas y esperé a dormir absteniéndome de todas mis ganas, para que la cama me pillara por sorpresa, como si fuera la primera vez. Y lo hizo. Y la deshice. Y nos hicimos las dos.

Pero el mar ya nos quedaba muy lejos.
Aunque las gaviotas no se me fueron de la cabeza. Aún me vuelan y sobrevuelan los tiempos y espacios, para que me sigan pasando desapercibidos, para que las cosas casuales se conviertan en norma y los momentos buenos se me adhieran a la piel sin intención de irse. Escapar ya no es la prioridad, eso ya lo he hecho demasiadas veces. Ahora mismo me toca morderlos, ponérmelos entre la ropa exterior y la interior. Sobre el maquillaje y bajo la crema hidratante. Para que vayan conmigo.
Que ya se sabe que en los bolsos de las chicas nunca se encuentra nada...


1 comentario:

Esto es Absolutamente Genial.

Extracto de la película "El lado oscuro del corazón"

No te salves, Mario Benedetti