18 ago 2010

Quiero, querer, queriendo... sin querer

Quiero despojarme de pesados lastres y correr hasta la cima, pero no por el mero hecho de llegar, y contar que he llegado, como hacen algunos..., sino por la maravillosa sensación de permitirme el lujo de hacer un descanso en el punto más alto, respirar hondo, disfrutar de las vistas y hasta la puesta de sol, para luego retomar mi inmersión en mi carrera personal, sin perder ni un poco más del aliento que a esas alturas, tiende a escasear. No voy a negar que me gusta bailar cuando estoy contenta por alguna tontería o que la risa floja es algo que me pierde, o que es genial cuando llegas, te esperara o no, pero sí tengo a mi favor que cuando hay que estar una seria, se está. Lo malo es conseguir mentalizarse a veces de lo que se nos viene encima, y es que, como hace poco comentaba con una de mis grandes amigas, tengo por momentos la impresión de que el toro siempre está preparado, listo y a la espera de un grito de ¡ya!, en la esquina de siempre. Y no me gusta nada. Sin embargo, yo me dedico a dar brillo a mi flamante lista de propósitos de los corrientes, no de los de año nuevo, sino más bien de los de todo el año que también cuestan. Quizás más... Y es que echo tanto de menos cosas que por leves e incluso imperceptibles que parezcan a veces, se hacen necesarias para avanzar, para ser constante en mi búsqueda permanente, en mi carrera hacia mi cima esperada. Objetivo primero y que paradójicamente aplazo sin fin. Como en un círculo que gira incesante, como el reloj de mi mesilla, pero sin el terrible tic-tac. Y menos mal, porque eso era lo que me faltaba. Mientras consigo ser justa con mis expectativas, me consuela pensar, que a pesar de la triste extinción de los milagros, aún quedan tiempos en que todo es más sencillo de lo que parece, y hasta el nudo más terco, termina por deshacerse cuanto menos te esfuerzas por conseguirlo. Tejeré con hilos de mi propia impaciencia conmigo misma, sin tiempo, sin fecha de inicio ni de caducidad, y sin sentido alguno. Para un día recordarlo con la mejor de las sonrisas puestas y una foto de mi ansiada cima junto al reloj de mi mesilla, que ha olvidado cómo hacer su molesto tic-tac. Aunque tal vez, para ese entonces, lo eche en falta.

1 comentario:

Esto es Absolutamente Genial.

Extracto de la película "El lado oscuro del corazón"

No te salves, Mario Benedetti