22 ago 2009

En llamas

La luna se vaciaba sobre mis llamas, al tiempo que tú, empapado, te vendías al sol por muy poco. El sol, a todas éstas, flirteaba conmigo...

"La noche es larga" - decías a las 8.00 a.m. Y a mi no me quedaban horas en el bolso. Sólo quería entregarme apasionadamente, y sin dudas, a mi almohada...

Todo empezó cuando el ruido infernal tocó su fin. O el mío... Paradójicamente las luces eran más fuertes que nunca, y de más colores. La bola plateada, central y giratoria, parecía correr más...

- ¿Bailamos?

- Está lloviendo...

- Es verano...

- (Silencios vestidos de sonrisas).

La vida en carrusel de esos de playa parece más leve... Los pájaros sobrevuelan mis campos de dudas plantadas que necesitan cada vez más agua para crecer, solamente, y menos mal, porque de abono ando escasa...

- ¿Bailamos?

Hace tiempo me robaron las gafas, y siempre invento excusas para no sustituirlas, porque no me siento preparada para empezar de nuevo con otras distintas. Ya me había acostumbrado a la perspectiva de aquellas... Así que ahora, en protesta, prefiero no ver nada...

- ¿Bailamos?

Me suelen llover mares encima cuando se me traban mis cientos de paraguas, que nunca tiro, por nostalgia, cada uno me recuerda algo, una historia diferente enganchada en cada varillaje desplegado, pero siempre se me rompen por el mismo sitio.

Siempre me dicen adiós.

No sé qué les hago...

- Bailamos.

Todo esto, entre otras cosas, se me pasaba por la cabeza, de ojos cerrados y labios irritados, de tantos besos que me dabas, aunque yo prefería pensar que era por todos esos que, aún así, echaba en falta. Me agarrabas. Sonaba nuestra canción.

"Siempre quieres más" - pensabas, y con razón. Mi cabeza se inundó de nubes y mi almohada se tiñó de rimmel, y yo abandonada a los brazos de Morfeo.

Aún así, tus manos aún me rodeaban las tantas bocanadas del humo de inciensos varios de mi habitación (que olvidé apagar, siempre me pasa, espero que no pase nada).

- ¿Bailamos? ...

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Esto es Absolutamente Genial.

Extracto de la película "El lado oscuro del corazón"

No te salves, Mario Benedetti